
Una sensación muy especial nos invadía esa tarde al finalizar la tarea de la Copita en el CEI. Poder desplegar la actividad en esa cocina –para nosotros ‘gigante’- después de haberla esperado tanto y de soñar con ella de maneras tan diversas, generó sin dudas un aporte importante a esa especial sensación.
Ver y sentir a hermanos y hermanitos, hermanas y hermanitas, concentrados y absorbidos por la tarea que se había programado, erizaba los sentimientos, despejaba preocupaciones y nos estimulaba a pensar pronto en otra actividad, seguramente para curar ansiedades propias a través de las sonrisitas ajenas.